
Esa misma tarde, Tsutsumi descubre al padre de Komomo dándole una paliza muy fuerte por “atreverse a flirtear con un desconocido en el aniversario de la muerte de su madre”. Lo peor es que esas palizas son una rutina que repite todos los días con el objetivo de mantener controlada a su hija, volcando en ella la furia y rabia que siente contra su madre fallecida.
Tsutsumi interviene y, para sorpresa de Komomo, su padre los deja solos sin mediar muchas palabras. Ambos se quedan hablando y su actitud cariñosa la reconforta mucho. Sin embargo, la poca dicha que había en el infierno que es su vida se ve truncada cuando su padre ataca por detrás a Tsutsumi con una katana, atravesándole toda la espalda. Pero a pesar de la herida mortal, el joven tiene energías para ponerse en pie y desafiar a su padre.
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