
Sin poder soportar más esa vida tan estricta, hace una de sus escapadas habituales a una hamburguesería. Al hacer el pedido, un chico guapísimo con el uniforme de su instituto pide exactamente lo mismo que ella y la acaba invitando a cambio de una cita cuando Rumina descubre que se ha olvidado el monedero. Sin embargo, no tarda en irritarse por el descaro con el que le habla ese chico que prácticamente le hace chantaje con decirle a sus padres el sitio al que ha ido a comer como una cerda. Rumina le asesta una bofetada que él contraataca tumbándola en los asientos y dándole un profundo beso con lengua. Aunque lo detesta en un principio, empieza a gustarle, y cuando se da cuenta de ello, le empuja y sale corriendo.
Ya en el instituto, cuando aún no se ha quitado de la cabeza el beso de ese chico desconocido, su ‘prometido’ aparece ofreciéndole un anillo de 10.000.000 de yens. Es tanto lo que le repugna ese ‘niño rico’ que se salta las clases en el invernadero. Para su mala suerte aparecerá el grupo de delincuentes de la escuela que la arrinconan e intentan violar. Entonces un cactus acaba en la cabeza de uno de ellos gracias al chico de la hamburguesería que estaba echándose una siesta ahí, pero no parece muy interesado en seguir ayudando a Rumina. Hasta que ella no le dice que hará cualquier cosa que le pida, él no se hace cargo de los gamberros. Enfadada porque se da cuenta de que la habría ayudado sin tener que prometer nada, le golpea, pero acaba cediendo a su abrazo y un beso mucho más tierno que el de esa mañana.
Esa noche, ya en casa, tras enterarse de lo ocurrido con los gamberros, su padre le dice que ha contratado un guardaespaldas para ella, Allen Kazami, que no es otro que el chico que la ha besado dos veces ese mismo día, pero que actúa como si nunca se hubiesen visto.
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